de una mañana,
mi cuerpo divaga entre el sudor de la noche
invadida de añoranza,
y el canto vibrante de las aves
que anticipan mi despertar.
¡Tanto sabe de mí, la oscuridad!
Voy de tumbos en este paraje
prisionero de recuerdos,
me sobrepongo a la estampida
de mis sueños anhelantes,
quiero verme entre los bríos
de mis ojos hechos lava,
revivir en este fuego
que estremece a mi madrugada.
Verme a través del hueco
que la noche auscultó dentro del alma,
y dejarme llevar por esta luz,
que ahora centellea sobre mi cama.
Aun con el peso de las sombras, hoy, quiero sonreír.
Por: Martha Valencia
@instinto2924
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